Tradicionalmente estuvo muy extendido en el universo laboral el criterio que consideraba la capacitación como gasto y no como inversión. Ese concepto pierde de vista el hecho de que carecer de personal formado en las tareas que realiza dentro del establecimiento puede afectar directamente la productividad y la rentabilidad empresarial. Dentro del mundo de los alimentos hoy se observa un profundo cambio en esa visión.

En los últimos años la Dirección Nacional de Alimentos (DNA) desarrolló y profundizó la promoción de la calidad en los alimentos desde diferentes ópticas y con diversas líneas de trabajo. Una de ellas ha sido la Capacitación, eje de un conjunto de acciones con resultados significativos.

En el marco del Programa de Calidad de los Alimentos Argentinos (PROCAL) se ha trabajado en más de 40 proyectos que superaron el millar de beneficiarios, para la implementación de sistemas de gestión de calidad en cadenas agroalimentarias. Esta acción directa de capacitación se convirtió en una práctica permanente que año tras año fue tornándose más específica.

Distintas ediciones de la revista Alimentos Argentinos, informaron de los resultados logrados, y uno de ellos fue que la demanda de capacitación dentro de los diversos eslabones de las cadenas ha ido creciendo de manera exponencial. Una de las respuestas consistió en poner en marcha –a comienzos de 2006- el Registro Público Nacional de Implementadores de Sistema de Gestión de Calidad Alimentaria (Resolución SAGPyA Nº 61/2005).

Actualmente el Registro cuenta con un total de 105 profesionales. El 46% de ellos están especializados en Buenas Prácticas Agrícolas en la producción frutihortícola; 22% son implementadores en Buenas Prácticas Apícolas, y 14% en Buenas Prácticas de Manufactura aplicadas a la Elaboración de Chacinados. El resto incluye implementadores de Buenas Prácticas de Manufactura en industrias tales como conservas, y profesionales capacitados en la Norma ISO 22000 aplicada a la industria de carne aviar.

Considerando la distribución territorial, desde el 2003 hasta la fecha ya se dictaron 23 cursos de Formación de Implementadores en todo el país. El 36% en la Provincia de Buenos Aires, el 14% en Mendoza, y el 50% restante en las provincias de Entre Ríos, Tucumán, Corrientes, La Rioja, Santa Fe, Neuquén, Río Negro y Chubut. Protagonizaron esos cursos más de 500 asistentes y un completo equipo de docentes especializados en cada tema.

Esto le permite hoy al Estado Nacional ofrecer al empresariado agroindustrial la posibilidad de contar con técnicos especializados (cuya trayectoria y antecedentes se encuentran publicados en la página web) en todos los temas vinculados a la calidad, y de implementar con mayor facilidad que antaño los diferentes sistemas de gestión de la calidad. Más allá de cumplimentar los requisitos establecidos por la Resolución que creó el Registro, los profesionales que lo integran están obligados a mantenerse actualizados, lo que asegura al industrial de alimentos que cuentan con los últimos conocimientos disponibles sobre el tema.

Es importante destacar que este trabajo de capacitación de la DNA es acompañado fuertemente por las instituciones intermedias y gubernamentales, tales como municipios, provincias y entidades privadas. Este compromiso manifiesto de trabajar mancomunadamente para difundir nuevos conceptos y capacitar recursos humanos en la vanguardia de la calidad alimentaria apunta decididamente a la diferenciación de los alimentos argentinos.

El compromiso asumido por la Dirección Nacional de Alimentos implica un seguimiento casi personalizado de cada uno de los profesionales que ha capacitado y que hoy forman parte del Registro Público.

EL SABER Y EL HACER

La educación formal tradicionalmente pone el acento en “saber”, mientras que en el sistema productivo se privilegia el “hacer”. La capacitación debe apuntar necesariamente hacia un punto de equilibrio entre el saber y el hacer, vinculando el saber requerido con algún hacer necesario.

Dentro de la organización, la gestión de capacitación debe responder a que:

  • Lo enseñado responda a una necesidad de la empresa.
  • Lo enseñado sea aprendido.
  • Lo aprendido sea trasladado a la tarea de trabajo.
  • Lo trasladado a la tarea se sostenga en el tiempo.

Para que la actividad logre que la persona sea eficaz y eficiente dentro de la organización, la necesidad debe detectarse a través de herramientas que permitan identificar claramente si una determinada situación torna necesario capacitar.

ESTABLECER LA DEMANDA

En primer lugar corresponde preguntarse qué es una necesidad de capacitación. La definición más ajustada señala que:

“La necesidad de capacitación surge cuando una función o tarea requerida por la organización no es desempeñada con la calidad necesaria por carencia, en una o varias personas, de los conocimientos, habilidades o actitudes necesarias para su ejecución en el estándar deseado.”

Para detectar esto con precisión, es necesario realizar un relevamiento minucioso de las necesidades de la estructura organizacional y de los resultados que se obtienen. Esta indagación tendría que hacer posible:

  • Discernir. Para saber si el problema realmente se debe a una carencia de conocimientos, habilidades y/o actitudes.
  • Discriminar. El tipo de necesidad para reconocer: a) si se están requiriendo conocimientos sin los cuales no será posible desarrollar la tarea requerida; b) si se demandan habilidades que pongan en práctica lo que ya se conoce o, c) si lo que hace falta es desarrollar actitudes que predispongan a la persona a encarar con una conducta distinta la tarea para la que ya se encuentra habilitada.
  • Identificar. Otras causas colaterales del problema que acompañen a la necesidad de capacitación.
  • Evaluar. La parte del problema que será resuelta con el aprendizaje y, además, cuál es la inversión necesaria para capacitar, dado que la misma no debe superar el costo de implementar los cambios.

En los últimos años, la formación de recursos humanos en las empresas ha cobrado un protagonismo importante, acompañando los cambios en la tecnología de productos y en las diferentes formas de producción de alimentos, así como en cuestiones vinculadas con servicios como la logística y el manejo del software, entre otros.

En sucesivas ediciones abordaremos distintos aspectos vinculados con la capacitación, puesto que la formación de recursos humanos no sólo posibilita mejorar los productos y el desempeño de las empresas, sino que también favorece la calidad de vida de toda la comunidad.

 

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...Subsecretaría de Política Agropecuaria y Alimentos
...Dirección Nacional de Alimentos

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