Dirección Nacional de Alimentos....



Ing. Agr. Verónica Logegaray - Dirección de Promoción de la Calidad

 

ADOPCION DE BUENAS PRACTICAS AGRICOLAS

En dos años más, cumplir las Buenas Prácticas Agrícolas tendrá carácter obligatorio para varias producciones. Es una respuesta a las exigencias que plantean los mercados, y una forma de garantizar que los alimentos brinden altos niveles de seguridad e incrementen su calidad y su competitividad. Informe sobre el tema.

Los riesgos de contaminación de los productos destinados a la alimentación humana y el deterioro del medio ambiente causado por algunas prácticas agrícolas y pecuarias, han hecho que los consumidores presten mayor atención que antaño a la forma como se producen los alimentos.
Mercados como Europa, EE.UU. y Japón son cada vez más severos en la demanda de alimentos inocuos para la salud, y también van exigiendo que estos productos sean obtenidos a través de procesos productivos seguros tanto para el ambiente como para los trabajadores. A su vez, existen iniciativas privadas de grandes cadenas de distribución de países europeos y, ahora también, de latinoamericanos y nacionales, que sumados al trabajo de los gobiernos, tienden a la búsqueda de garantías para los consumidores sobre la calidad y el origen de los alimentos. La inocuidad es el requisito mínimo que debe cumplir todo producto alimenticio y es un componente indiscutible de la calidad. El Codex Alimentarius la define como la garantía de que los alimentos no causarán daño al consumidor cuando se preparen y/o consuman de acuerdo con el uso a que están destinadas.

La contaminación del agua y de los alimentos puede producirse a través de distintos agentes contaminantes: físicos (madera, vidrios, metales, etc.), químicos (productos fitosanitarios) y biológicos (virus, bacterias, hongos, insectos). Las enfermedades transmitidas por alimentos, conocidas como ETAs, resultan de la ingestión de alimentos y/o agua contaminados en cantidades suficientes para dañar la salud. Es importante saber que se producen por una sucesión de hechos que podrían ser evitados.

Bajo este contexto surge, cada vez con mayor relevancia, la necesidad de implementar las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), acciones involucradas en la producción agropecuaria que van desde la elección del terreno y el material vegetal hasta el transporte y empaque del producto. Tienen como ejes la calidad higiénico sanitaria del producto, el cuidado del ambiente, la salud y seguridad de los operarios. Las Buenas Prácticas Pecuarias comprenden además la búsqueda del bienestar animal, con el objetivo de reducir la probabilidad de que se origine un peligro.

Uno de los principios de las Buenas Prácticas indica que es necesario y más económico evitar los riesgos que realizar acciones para combatir una contaminación ya declarada.

En numerosos documentos la FAO entiende que trabajar bajo protocolos de BPA exige “hacer las cosas bien” y “dar garantías de ello”. Hacer las cosas bien, implica identificar todas las tareas que se realizan a lo largo del ciclo productivo y los posibles peligros a los que se exponen el producto, el medio ambiente y el trabajador. Puede así recomendarse la mejor práctica y, dar garantía de su cumplimiento, a través de documentos y registros. Esto último resulta un factor clave para la trazabilidad del sistema.

Lograr éxito en la implementación requiere tener pleno conocimiento del sistema productivo y planificarlo con un enfoque de gestión sostenible de los recursos; para ello, existen numerosos documentos que en algunos casos establecen recomendaciones, y en otros mandatos, pero siempre deben cumplir los principios pautados.

Actualmente, existen en nuestro país guías de recomendaciones de Buenas Prácticas Agrícolas para la producción primaria (cultivo-cosecha), empacado, almacenamiento y transporte de hortalizas frescas (Res. SAGPyA 71/99), frutas frescas (Res. SENASA 510/2002) y productos aromáticos (Res. SENASA 530/2001). Además, la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL), en su acta Nº 63, de octubre de 2004, estableció la obligatoriedad de cumplir las Buenas Prácticas Agrícolas en un plazo de 5 años. Esto implica que en poco tiempo más los productores de frutas, hortalizas y aromáticas deberán contar con la norma implementada, y para ello el Estado y los productores se encuentran trabajando coordinadamente.

La adopción de las BPA requiere algunos cambios relacionados con la manera de producir y procesar el producto, entre otros:

  • Utilizar documentos y registros.
  • Contar con un plan de capacitación para todo el personal de la empresa, que tiene que conocer su tarea y los riesgos a que está expuesto. Tanto la gerencia de la empresa como los trabajadores deben adquirir los conocimientos, las habilidades o destrezas y adoptar las actitudes necesarias, según corresponda. Se deberá acordar para cada tarea un estándar. En tal sentido, resulta importante que la capacitación se realice en la práctica y con la participación activa de los involucrados, tomando en cuenta sus opiniones.
  • Racionalizar el uso de productos fitosanitarios y productos veterinarios.
  • Elegir productos que no dañen el ambiente, de rápida degradación, con mínimo impacto residual.
  • Utilizar sólo productos permitidos ( tanto en el país de origen como en el de destino)
  • Mantener y/o mejorar la fertilidad de los suelos.
  • Controlar de manera periódica la calidad del agua, según la procedencia y uso de la misma.
  • Seleccionar material vegetal y las prácticas de manejo que minimicen el impacto ambiental (suelo, aguas y biodiversidad).
  • Promover la adopción de manejo integrado de plagas.
  • Promover el bienestar animal.
  • Mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias.
  • Mantener el orden y la limpieza tanto en el desarrollo de la tarea como en las instalaciones.
  • Realizar auditorias periódicas para verificar su cumplimiento.

Algunos de estos cambios implican un costo, pero deben considerarse una inversión, puesto que mejoran sustancialmente la gestión del sistema y la calidad del producto y del proceso, contribuyendo a mejorar la competitividad de la empresa.

Entre las ventajas que brindan estos sistemas pueden incluirse las siguientes:

  • Ofrecen al productor mejores oportunidades de negocio ya que elevan el estándar de la producción y esto permite exportar a mercados exigentes.
  • Acentúan la eficiencia productiva.
  • Mejoran la gestión, y por lo tanto reducen los riesgos empresarios.
  • La adopción de procedimientos, inventarios, documentos y registros incrementa la información y facilita el manejo del negocio.
  • Los productos obtenidos están en condiciones de lograr el reconocimiento de los consumidores.

Si bien en algunas situaciones, los protocolos de buenas prácticas son una exigencia de los mercados (como las EUREPGAP por ejemplo), elaborar alimentos seguros es una obligación inexcusable del empresario, ya que está en juego la salud de la población. En este sentido, existe desde la FAO un movimiento para facilitar la implementación de BPA en cadenas agroalimentarias y agroenergéticas para la agricultura familiar en los países del Mercosur Ampliado porque entienden que todos los productores, independientemente de su escala, deben concientizarse sobre la necesidad de adoptar buenas prácticas de manejo.

La adopción de las BPA requiere un cambio cultural en el personal involucrado en la producción del alimento. Pero también es cierto que cada uno desde el lugar en que se encuentra (consumidores, productores, industriales, técnicos, proveedores de insumos y servicios) tiene que comprometerse, estar atento y exigir que la producción agropecuaria se realice con prácticas que tengan en cuenta, no sólo un aumento en la productividad, sino también las necesidades de la comunidad en sus requisitos de calidad, cuidado del ambiente y la salud.

Lo hasta aquí realizado configura los primeros pasos de un camino sin retorno porque las BPA se han transformado en parte de la realidad agropecuaria argentina y mundial.

 


 

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